miércoles, 6 de enero de 2016
La multiplicidad de identidades de los mexicanos
Que México aumente sus intercambios financieros y comerciales con China es algo obvio. No lo hará exportando sólo carne de cerdo y tequila. Eso es por añadidura. Por lo pronto, las exportaciones mexicanas tendrán que alcanzar un monto de 50,000 millones de dólares anuales para equilibrar la balanza comercial. Este propósito no se logrará si sólo se lanzan quejas al aire.
La historia del hombre en sociedad es el relato de la eterna adaptación de la persona con su entorno y de seres humanos en su interacción con otros seres humanos. También es el recuento de su devenir en el mundo, buscando imprimir en todo lo que hace la huella de su sentir, de su articulación sobre la realidad y de su cultura. Todo lo que hace distintivas las relaciones que emprendemos, se encuentra predeterminado por una constante negociación entre lo que somos, los valores que poseemos y la importancia relativa que le damos a esta presencia social y cultural frente a la presencia social y cultural de otros.
Buscamos reafirmar nuestra existencia por comparación con la identidad de los demás y, en ocasiones, por franca oposición a ella. Somos, independientemente de nuestras personalidades individuales, identidades colectivas vivas y cambiantes que se definen en una dinámica cotidiana, día a día, palmo a palmo por las interacciones que sostenemos. Las relaciones, privadas o públicas, ya sean de carácter social, políticas, culturales o económicas, dentro de un contexto social, regional o nacional dan sentido a lo que somos, y al mismo tiempo definen nuestro futuro. Sin embargo, pocas veces reflexionamos sobre las facetas varias de nuestras identidades cambiantes. Frecuentemente sólo las vivimos, como la piel o el aire que respiramos y es que, como bien apuntan los coordinadores de este volumen La identidad nacional mexicana como problema político y cultural: “La identidad nacional mexicana es una realidad histórica cultural que ofrece múltiples desafíos para su aprehensión y comprensión”.
Pensarnos en términos identitarios, nos obliga a cuestionarnos no solamente quiénes somos, y qué misión hemos venido a cumplir a este mundo, sino también reconocernos como parte de la raza humana, y como contribuyentes sociales al destino que habrá de tener el hábitat que ocupamos. Por ello es que, preguntarse qué es la identidad, y lo que es más, plantearla como un problema de estudio político y cultural es un reto, pero además, es una tarea metodológicamente difícil aunque sumamente reveladora.
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